[R!2X]
"Sálvate a ti mismo y a nosotros"
† La cruz de la castidad pre-matrimonial y de la fidelidad conyugal...
† La cruz de los hijos...
† La cruz de la honradez (en un país en el que no da muy buenos resultados económicos que digamos)...
† La cruz de atender a los padres ancianos o enfermos (o las dos cosas)...
† La cruz de un hijo discapacitado...
† La cruz de un cónyugue "incómodo"...
† La cruz de una enfermedad larga o dolorosa...
Ante un Cristo crucificado no cabe la petición del ladrón "malo": Sálvate a ti mismo y a nosotros, sino la del "bueno": Cuando llegues a tu Reino (adonde Cristo ya llegó) acuérdate de mí y échanos una manita con nuestras cruces.
Tomado de: Jesuitas de México. (2010). Jesucristo Rey del Universo. El Día del Señor, 11, (569).
[R!2X]
El fin de los tiempos
Pensando en ti
La vida es maravillosa.
El Eterno
[R!2X]
Publicado en el 4° No. de la revista electrónica DOZ: Colectivo de Ideas.
Salmo 23
En verdes praderas me hace reposar y me conduce hacia fuentes de aguas tranquilas.
Me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre.
Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro, porque Tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu cayado me inspiran confianza.
Me has preparado un banquete en presencia de mis enemigos; has derramado perfume sobre mi cabeza y haz llenado mi copa a rebozar.
Tu bondad y benevolencia me acompañan todos los días de mi vida; y en tu casa, oh Señor, viviré para siempre.
Eres Agua Fresca, por Rafael Moreno
Eres agua fresca de manantial
Eres sombra en el portal
Eres campo verde donde me haces reposar
Eres mi pastor y me cuidarás
Nada me podrá faltar
Hacia fuentes claras siempre me conducirás
porque eres mi Pastor
Aunque pase por valles tenebrosos
y no haya luz para mis ojos
no temeré porque conmigo vas
Ante mis enemigos me bendices
Eres el Dios que siempre vive
Llenas mi copa, rebozando está
Dicha y gracia me acompañarán
Dicha y gracia me acompañarán
Dicha y gracia me acompañarán
durante toda mi vida
Eres agua fresca de manantial
Eres sombra en el portal
Eres campo verde donde me haces reposar
Eres mi pastor y me cuidarás
Nada me podrá faltar
Hacia fuentes claras siempre me conducirás
porque eres mi Pastor
Saludos.
[R!2X]
Hoy vi...
Confusión. Personas esperando sin darse cuenta que ya se les había pasado el tiempo. Vi vehículos avanzar más allá de su destino. Risas provocadas por fallar de nuevo, o por primera vez.
Hoy vi el pretérito escrito y seccionado. Hoy reescribí el pasado igual que como estaba. Hoy el día comenzó de noche entre un par de voces y terminó iluminado y en silencio.
Hoy viejos lazos intercambiaron sus nuevos colores frente a mis ojos, y mis ojos los orquestaron. Se descubrieron deshechos los nudos que aparentaban seguir existiendo, mientras unos nuevos se van apretando con mayor fuerza.
Hoy vi un título volverse idea, y luego la idea hacerse párrafos sin título. Vi palabras jugar con el sentido y a éste escapar de las primeras. Vi espacios separar uniones y puntos apilarse en conceptos. Y vi, sin querer observarlo, que hay más de nosotros si no estamos juntos.
[R!2X]
El Gato y la Luna
Llamar a la Luna es caro. Como al mercado le gusta hacer sentido de los precios cuando se puede, y si se puede hacerlo proporcionalmente, quienes administran el servicio deducen que así como las llamadas internacionales han de ser más caras que las intranacionales, las lunares deberían ser más costosas que las dos primeras. Pareciera que delimitan zonas de manera arbitraria y les asignan precios con el propósito de producir ironías ridículas, porque me sale más barato llamar a cualquier lugar cientos de kilómetros al sureste que llamar a la Luna, cuya imagen está a tan sólo el grosor del vidrio de mi ventana. Cómo me cuesta hablar con la Luna. Hablarle a la Luna es por supuesto gratuito para todos inevitablemente: se posa sobre nuestras coronillas y absorbe a través del remolino que se forma en las cabelleras nuestras cavilaciones nocturnas y monólogos bohemios. Todas las personas, por más inalcanzable que la consideren, tienen línea directa con ella y pueden permitirse el dirigirle una oración de amor discreta, un juramento de venganza o adular con un cumplido su belleza. Pero hablar con ella es un asunto distinto. Esta es una Luna de fachada pública e interior privado, que le muestra al mundo orgullosa su cara luminosa, ésa que vemos de noche, pero que no comparte con cualquiera su lado oscuro, sea por vergüenza, sea por miedo, sea por angustia de no estar completa. Esto lo sé y lo digo porque lo conozco, y lo conozco porque ella lo ha querido. De todas las ventanas que pudo haber elegido para mostrarse entera es la mía la que más le ha gustado, así como al gato. Aunque también, al igual que con el gato, pudiese ser que sólo busca su propia imagen en el quizá especial reflejo que devuelve mi acaso mágica ventana, o se acercará para escuchar de mi apacible voz de poeta de dos de la madrugada las filosofadas y versos improvisados que emergen cuando uno piensa tanto en la Luna que se intoxica respirando su luz plateada. No lo sé. Sólo sé que ella viene y yo hablo, ella habla y yo respondo. Ante su belleza enmudece la razón y se desenreda la lengua del verbo apasionado. Qué envidia han de tener de mí mis conocidos. Si supieran ellos lo caro que es hablar con ella, lo que hay que sacrificar: Es preciso renunciar a la vida verdadera y en vez vivir como en un sueño: sin sentido y con la punzante consciencia de que eventualmente hay que despertar. Me cuesta tanto hablarte, Luna.
[R!2X]
Literatura
Saludos.
Literatura, ensayo.
¿Cuántos libreros hay en su casa?
¿Cuántos en su oficina, estudio o despacho?
Visualícese de pie frente a cada uno de ellos. Observe en su mente los detalles: la forma, el material, el color; si está empotrado en la pared, sostenido sobre pies o es una simple repisa; si es cuadrangular, curvo, espiral, oblicuo; intente recordar el olor de la madera, si es el caso.
¿Cuántos libros hay en esos libreros?
¿Llenan las repisas y cajones?
¿Cuánto espacio destina a otros papeles en matas, carpetas, revistas; a objetos varios: recuerdos de vacaciones, muñecos de felpa o papel maché, monedas, ceniceros, portarretratos? En su mente párese de nuevo frente a los libreros, pero ahora centre su atención en los libros que ahí descansan. ¿Puede contarlos? Hágalo. Cuente también los que están en la canasta en el baño y sobre el buró; en la cocina, en el carro, en el casillero de su trabajo, en su bolso o mochila. ¿Son sus libros? Piense también en los que ha dejado en los lugares en que ha vivido. En su antigua casa o escuela u oficina.
De seguro ya tiene un número en mente. Pero considere sólo aquellos a los que puede llamar libros suyos. No los de sus padres o amigos. No los que compró para la escuela o para la casa. Aquellos que son de Usted y sólo de Usted. Los que guarda con celo. De aquel número que obtuvo quédese sólo con éstos. ¿Cuántos son? Vea en su mente las portadas una por una. Intente, si puede, recordar la tipografía, el tono de las páginas, el olor al voltear las hojas, alguna dedicatoria que esté escrita en la contraportada.
Por último, descarte ahora aquellos libros que Usted nunca leyó completos. Quédese sólo con los que recuerda haber leído desde la fecha de impresión hasta el punto final del epílogo. ¿Aún le quedan libros? ¿Hay alguno que recuerde con especial cariño? ¿Acaso es de literatura?
No es de sorprenderse que como mexicanos leamos poco, y como individuos a veces menos: cuando aprendemos a leer nos obligan a usar el recién descubierto tesoro para tediosas tareas. Preferimos por mucho usar nuestra imaginación nata de niños en juegos creativos, dramáticos o deportivos que seguir leyendo al terminar la tarea. Cuando con la edad y el tiempo los motivos de esa imaginación que sentíamos interminable se van agotando como un pozo cada vez más profundo, aparece en todos una necesidad de llenarlo echando nueva agua en él. Pocos son los que encuentran en la literatura esta agua para saciar su sed de nuevos mundos. La mayoría irá buscando cualquier otra actividad que no tenga nada que ver y no les recuerde lo que para ellos es sinónimo de escuela y tareas. Nos enseñan a temer la lectura, a odiar la lectura, aburrirnos con la lectura, desesperar con la lectura. ¿Quién no fue alguna vez de niño castigado con hacer planas del mismo enunciado? También con el escribir tenemos asuntos pendientes, miradas duras. En nuestro subconsciente se quedan enlazados el dolor en la muñeca con el lápiz y el papel. Pocos escribimos literatura por gusto.
Con el paso del tiempo la vida nos va dando muchas oportunidades para justificar nuestra pobre cultura lectora: como pueblo trabajador que somos (porque sí lo somos) lo que queremos en el descanso es una actividad que nos permita eso: el descanso. Y leer es una actividad físicamente abrumadora, más si se realiza con entusiasmo. Leer no es como ver televisión o escuchar música, donde uno se vuelve un espectador pasivo. La lectura requiere un cierto esfuerzo cognitivo y mantener un continuo flujo de ideas. Es decir, se necesita pensar. A eso se refería Vargas Llosa (2000) en su artículo Un mundo sin novelas cuando hablaba de las películas o programas “literarios”. Son escasos y muy poco populares porque cuando uno ve imágenes está esperando ser impresionado, excitado. Pocas personas (y por lo regular son quienes disfrutan de la lectura) encuentran placer en este tipo de medios audiovisuales que exigen a uno el uso del seso. Finalmente, estas mismas excusas relacionadas con el poco tiempo o el agotamiento diario para no leer provienen de actividades que quizá sin querer nosotros mismos elegimos: preferimos trabajos que nos demanden gran esfuerzo físico mientras no nos exijan el ejercicio mental. Maquilamos en lugar de crear.
Dejando de lado el triste tema de nuestra posición socioeconómica y su relación con el índice de lectura personal y nacional (que a muchos les entusiasma resaltar pero a mí primero me llena los ojos con lágrimas), otro efecto claro de leer poco es la degradación de la lengua. Las consecuencias pueden verse más abrumadoramente en la juventud, y la evolución de este mal entre una generación y otra es tan acelerada que asalta los sentidos desprevenidos. Debido a la gran cantidad de tiempo que pasan (y pasamos) en la Red, y porque ahí sucede la mayor parte de nuestro intercambio de ideas y mensajes escritos, es por donde recibimos la mayor influencia de formas lingüísticas ajenas a nuestro ambiente “real” (identificando el ambiente en cuestión como “virtual”). Si el Internet en su totalidad estuviera redactado con una retórica impecable y un vocabulario diverso, esta influencia sería positiva en el lenguaje popular, y mucho. Pero como los exploradores de la Red sabemos, la realidad es otra. Viendo por encima de la mala ortografía y gramática que se emplea en general en Internet, una grave amenaza es que la mayoría de las páginas de Internet, o la mayoría de las relaciones que se dan en este ambiente, están codificadas en otros idiomas, principalmente el inglés. Y no es, como mencionaba, un inglés impecable. También es uno lleno de reducciones y sustituciones degradantes y crueles para cualquier literato. (Entiéndase por literato a la persona que ama la literatura).
Como último punto, y para escapar de un final lúgubre, me gustaría mencionar las bondades de la literatura que me parecen más importantes o que dejan una más profunda impresión en la persona.
Una ampliación de nuestra visión de las cosas, de las verdades: no ve lo mismo ni tan lejos aquél que ve a través de sus propios ojos que quien también ve con los de otros. Y estas nuevas y diferentes visiones se adquieren con la literatura, más que cualquier otra arte o ciencia.
Un pensamiento crítico, pero también optimista, porque el que ha leído mucho y grabado las ideas de otros con las suyas tiene la capacidad de desarrollar soluciones a la par que juzgar las ideas, en lugar de sólo prever un futuro oscuro.
Como tercer y último punto, retomo a Vargas Llosa en su ponencia sobre la libertad: sólo pensando por uno mismo se puede ser libre, y aún en esta esfera, sólo actuando con bien y por el Bien, teniendo como objetivo la perfección de la persona (o el alma) y como visión un mundo ideal y rico se puede ser verdaderamente libre, en vez de sólo rebelde. Para alcanzar esto es necesaria la unidad de los individuos, sin que por ello dejen de ser individuos. Y hasta que desarrollemos la telepatía, no veo otra forma de hacerlo que la literatura: el arte de dejarnos impresos en el pensamiento y actuar de los demás.
[R!2X]Para su placer auditivo...
- "Romantic Flight"
- "Sticks & Stones" por Jónsi
- "Forbidden Friendship"
- "Test Drive"
El Gato y la Luna
Cuando sea que no estoy viendo al gato me pierdo en la cara de la Luna. Esa esfera grande y redonda que brilla en el cielo nocturno. Aunque realmente no se puede describir así a la Luna. Porque no siempre tiene la misma forma ni tamaño. Y a veces su color cambia. Y también, de vez en cuando, se le puede ver de día. Todo es cambiante acerca de la Luna. Su aroma, su sonrisa, sus desvelos, su temperamento, sus razones, sus corajes, sus alegrías y sus desesperos. Hasta su voz. Ninguno es el mismo dos veces. Ni la misma Luna: no hay dos lunas iguales. Siempre es una nueva. Y unas veces es más Luna que otras. Habrá cuando toda ella sea Luna, pero también (y casi siempre) se sentirá medio vacía. O tres cuartos vacía. O tres cuartos llena y un cuarto vacía. Y también, en ocasiones (que con suerte y gracia serán pocas), se sentirá terrible, temiblemente vacía. Mortalmente vacía. Esconderá la cara, asqueada de sí misma. ¿Es que no sabe que siempre está hermosa? ¿Y que lo que más queremos es verla? Más cuando no la vemos. Yo se lo digo, pero entiendo que no me entienda. Ni ella sola se ha de entender cuando se siente así de vacía. No creo que nadie pueda. Lo que le hace falta es compañía. Quien pueda hacer que toda ella irradie luz plateada siempre. Esa luz que cura todo lo que toca. Desde una rodilla raspada hasta un sueño sin parchar. Ah, esa luz que todo lo calma. Hace que el tiempo vaya más despacio y hasta la sangre camina lento para ver mejor el meteoro. Todo lo arregla esa luz de Luna enamorada, que suspira (la luz, no la Luna) por un Sol que la mantenga brillando. La Luna no. No, ella se cansa de perseguirlo y mejor se ocupa en otras cosas hasta que le apetezca perseguirle de nuevo. Yo soy igual: cuando me canso de insistirle mejor me hago el perdido. Voy y reúno con los John, los James y los Alan el grupo de tarareo. O regreso a los vuelos Match 2 y fuego a discreción con los del gremio. O a lo que sea. Eso sí, no dejo de recibir por mi única ventana esa luz de plata cuando la hay. Porque la Luna es tan hermosa que siempre queremos verla. Más cuando no la vemos.
[R!2X]
El Gato y la Luna
Hay un gato que a veces se sienta en mi ventana y no me deja ver lo que está pasando afuera. Es café caramelo y cuando le da el Sol brilla dorado. Sus ojos son siempre grises, pero a veces verdosos y a veces azulados. He notado que combina sus zapatos con el color que sus ojos tengan ese día. Le he visto pares (o mejor dicho cuartetos) rosas chillones; azules y verdes agrios; blancos con estampados cubistas y unos negros con la punta a cuadros pintados con marcador. Me distraigo observándolo siempre que se pone en mi ventana, así que trato de intimidarlo mirándolo fijo a los ojos para que se vaya. Pero sólo consigo que me mire de vuelta un largo rato mientras crece en mí la sensación de que quiere que lo deje entrar. Así que con calma me acerco para abrirle la ventana. Y en el momento que quito el pestillo salta como rayo a quién sabe dónde y desaparece. No entiendo qué es lo que me pide ni qué es lo que quiere conmigo. Quizá sólo le parezco una visión interesante de observar, aunque me siento muy narcisista pensando así. Quién sabe, tal vez sólo le interese su reflejo en mi ventana. Es una relación extraña y amorfa la que llevamos el gato y yo, si a caso se puede decir que exista una. Pero debe existir. Después de todo nos vemos todos los días y aún si sólo nos ignoramos el uno al otro seguimos compartiendo una ventana, aunque sea por lados opuestos. Me pregunto qué querrá conmigo o mi ventana, claro: eso me lo pregunto todos los días. Pero también me pregunto si tendrá nombre; si tendrá dueño; si será macho o hembra; si tendrá compañero gatuno o hijitos. Me pregunto cómo será su voz; cómo se comportará cuando no está conmigo; si es feliz o miserable; si prefiere la cama o el suelo; si es amable o barbaján. Quisiera saber si puede leer y escribir; si le gusta; si le gustaría leer mi poesía; si me escribiría alguna. Me intriga mucho ese gato y eso es una molestia: en cuanto se aparece en mi ventana no puedo pensar en nada más. Solamente me imagino constantemente cómo sería tenerlo en mi casa para siempre. Supongo que se aburriría. Después de todo, yo mismo preferiría estar en ese lado de la ventana.
[R!2X]
2010
10:58 ya. Qué tarde. Qué temprano. Qué importa. Tarde para seguir escribiendo. Temprano para dejar la locación actual. Y no importa porque no haré nada al respecto. Cuando en un grupo de personas de afiliación denominada "familia" el o los líderes deciden que pasarán la velada en compañía de la familia vecina y las familias relacionadas a ésta, se considera que es una "decisión" de familia. Y aunque nos hacen creer que una decisión de familia es aquella donde de forma unánime todas las partes están de acuerdo en la resolución, la verdad es que una decisión de familia se llama así porque toda la familia debe seguir y consentir con la determinación de los líderes. Esto es vital para la estabilidad familiar, si es que algo parecido existe. No se debe maliterpretar: con mi familia es la única forma en que deseo pasar las fiestas decembrinas, pero no por ello me debe agradar la manera en que éstas se celebran.
Las 23.04 horas. Tiempo de conseguir la cena. Tumulto de individuos sin rumbo aparente. Recién llegados estorbando para saludar a personas que no les son gratas. Sentado de nuevo en la esquina donde escribo caigo en la cuenta de que vestirse bien por compromiso es incómodo. O vestirse del todo.
Visitantes en mi esquina prestada. Pero con todo el ruido alrededor no es una mayor molestia.
11:30 exactamente (aunque la medición del tiempo nunca es exacta). Estoy consciente de que esto, que antes de empezar tenía la intención de ser el preludio de la crónica con un leve toque de surrealismo que me fue solicitada por aquella persona que probablemente jamás ha visitado este sitio ni lo hará, y que comenzó como reflexión de los estatutos sociales relativos a la fecha actual, ha mutado en una vaga narración de los eventos que ocurren a mi alrededor. Estoy consciente de ello y por ello me disculpo, y me dispongo a volver a mi vía inicial.
Las personas harán muchas cosas para ser felices. O más bien, harán muchas veces las mismas cosas de siempre. Declarar días de fiesta es una de ellas y de las más aceptadas. También la mayoría de las actividades que tradicionalmente se realizan en estas fiestas. Un ejemplo de las que son generalmente rechazadas es la adicción a las sustancias enervantes, la pornografía y los "malos hábitos". Yo no llamaría ni a las primeras ni a las últimas como actividades que lleven a la felicidad. Ni a las fiestas, ni a las drogas, ni al sexo. Y lo considero así porque veo cómo se malinterpreta y malemplea el término "felicidad". Las actividades mencionadas... Esperen. 12 en punto. Las cero horas del nuevo año. Celebradas 10 segundos tarde por la necedad de una niña con celular retrasado. Los celulares están hechos para llamar y los relojes para medir el tiempo. ¿Cuándo lo entenderán? Feliz año, por cierto. Lo que sea que eso signifique.
... Las actividades mencionadas traen desde alegría hasta euforia: estados del cuerpo. La Felicidad en su lugar es un estado del Ser. Del alma. Es un estado de plenitud. Y no puede ser alcanzado por la sobreacumulación de endorfinas. Es algo tan poco entendido que pasamos la vida entera en una carrera por encontrar la Felicidad, sin saber realmente cómo es. Porque estamos seguros de que cuando la encontremos lo sabremos: que no necesitaremos nada más, nunca. Muchos se decepcionan al alcanzar lo que creían sería la felicidad, que los satisface al grado de parecer verdadera, pero no tanto como para llenar aquellos vacíos que más queremos olvidar. ¿Sabéis qué? Sólo el Amor puede rellenar esos huecos. Sólo Dios.
Veinte pasadas las cero horas. Finalmente, contándolo todo y a pesar de todo ello, es una sensación de calidez increíble (porque no me la creo) la que se siente cuando tu familia, tus amigos y tus desconocidos se reúnen alrededor de una mesa con serpentinas en la boca y el cabello, licor en el estómago y la cabeza, en un estado de júbilo que no dura más de cinco minutos para gritar al viciado aire de la cocina palabras vagamente inspiradas. Esa sensación es una probada de Felicidad. Porque a pesar de que el momento en que un año acaba y comienza otro no signifique nada y esta noche sea sólo una fiesta inventada, el ver que un grupo de personas no necesite una razón real para reír y celebrar y gastarse bromas es la única manera que veo en este momento de medir el verdadero bienestar. No el económico, académico, laboral o ambiental. El verdadero bienestar. El de estar bien con la Vida. Y con eso dicho y puesto me retiro, a ser parte del festejo.
Feliz... Feliz y punto.
[ RARS! ! ! S.N.1000003258 ]